Se cuenta que un grupo de personas se divertían con el *huevón del pueblo*,
un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados
y divertía a la gente por limosnas.
Diariamente algunos hombres llamaban al *huevón* al bar donde se reunían y
le ofrecían escoger entre 2 monedas: una de tamaño grande de $100 y otra de
menor tamaño, pero de $500.
Él siempre cogía la más grande y menos valiosa ($100 pesos), lo que era
motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre,
le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda
de mayor tamaño valía menos y él le respondió:
- _"Lo sé, no soy tan *huevón*, vale 4 veces menos; pero el día que escoja
la otra, el jueguito acabará y no voy a ganar más mi moneda"_.
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste; pero se pueden
sacar varias conclusiones:
● *La primera:* Quien *parece huevón*, no siempre lo es.
● *La segunda:* ¿Cuáles eran los *verdaderos huevones* de la historia?
● *La tercera:* Una *ambición desmedida* puede acabar cortando tu fuente de
ingresos.
Pero la conclusión más interesante es:
👉 *Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión
sobre nosotros mismos*.
Por lo tanto, ☝ *lo que importa no es lo que piensen de nosotros, sino lo
que uno piensa de sí mismo*.
👉👉 _"El verdadero *hombre inteligente es el que aparenta ser huevón*
delante de un *huevón que aparenta ser inteligente*"_.
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