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viernes, 18 de agosto de 2017

Cuento Infantil: El Desierto

Cuento Infantil
El Desierto


Erase una vez una linda tarde de verano cuando un niño y un padre decidieron salir a pasear por las dunas del desierto. Caminaron tanto admirando el paisaje que repentinamente se perdieron en él; caminaron por muchas horas sin llegar a ningún sitio, solo veían arena a su alrededor.  El papá muy preocupado porque no tenían mucha agua para saciar la sed y ya eran pocos los alimentos que habían llevado a su excursión, decidió no tomar mas agua y dejársela a su hijo. Cada vez que el niño tenía sed, el papá le ofrecía de la botella de agua para que su hijo tomara, mientras veía con preocupación que cada vez a la botella estaba más vacía, quedando menos líquido.


 Al acabarse el agua en la botella algo increíble ocurrió, el niño le confesó a su papá un secreto...le dijo que él era un gran mago y que en su mochila tenía semillas mágicas, que al sembrarlas un gran árbol con frutos jugosos crecería en pocos minutos.





 El papá, sin nada que perder pero con la idea de demostrarle su confianza a su hijo, decidió seguirle la corriente al niño y plantaron las semillas en la arena.  Mágicamente y con gran asombro vieron como las semillas sembradas hicieron su trabajo y una gran palmera llena de cocos creció frente a sus ojos. Emocionados por tal milagro, el papá y el niño movieron fuertemente el tronco de aquella palmera y cayeron los frutos. Finalmente tomaron una refrescante y sabrosa agua de coco, saciando su sed de esta manera, para posteriormente regresar contentos y felices a su casa, con la emoción de haber tenido una linda y mágica tarde de paseo.



Por: Angel Acosta Ardila


lunes, 23 de agosto de 2010

SEMBRAR UN ÁRBOL ES COMO SEMBRAR UNA PROMESA

A continuación adjunto un texto del grupo Facebook: 29 DE AGOSTO DIA DEL ARBOL " Un día para recordar al pulmón del Planeta" que pueden discutir con sus estudiantes.

El Encanto De Sembrar Un Árbol: " SEBRAR UN ARBOL ES SEMBRAR UNA PROMESA"

Escribir un libro, tener un hijo y sembrar un árbol, tres grandes cosas que cualquier ser humano puede hacer en la vida.

Y si por falta de plata, tiempo o compañía nada que se anima con ninguna de las dos primeras opciones, qué tal si se decide por sembrar un árbol, como la mejor alternativa de hacer algo no sólo por usted, sino por el medio ambiente de su ciudad.

El procedimiento es fácil, económico e ideal para compartir con un niño, pues en ellos está el verdadero potencial y la posibilidad de contar con un ambiente más sano en el futuro.

No se necesitan muchos elementos ni una habilidad especial, sólo la asesoría de alguien que sepa de la materia o, simplemente, seguir esta guía para sembrar el primer y ojalá no el único árbol en su vida.

Paso a paso 1. Los elementos mínimos que se necesitan para sembrar un árbol son: una pala, un balde y, obviamente, la planta o la semilla. Las variedades mencionadas se consiguen en los viveros de la ciudad y dependiendo de su tamaño y su clase pueden variar su costo.

2. Busque el sitio adecuado para la siembra. Preferiblemente el jardín o antejardín de su casa o su finca, guardando una distancia prudente de 3 metros entre el lugar elegido y las paredes de su hogar. Una vez localizado, haga un hueco de 25 centímetros de profundidad por 20 de ancho, o más grande en caso de que el árbol que se vaya a sembrar así lo amerite.

3. Con la ayuda de una pala o sus manos, remueva la tierra y prepárese a sacar la planta de la bolsa plástica y a pasarla (con la tierra con la que que viene y todo) al hueco que previamente preparó.

4. Mezcle bien la tierra, procurando que la abonada (es decir la que viene con la planta desde el vivero), sea la que rodee y sostenga a su planta, pues es ella la que le dará la fortaleza para seguir creciendo. La tierra debe cubrir el arbolito hasta el cuello de la raíz.

5. Echele agua por primera vez y procure hacerlo mínimo cada tercer día. Riegue la tierra y la base de la planta. La mejor hora para hacerlo es temprano en la mañana o al atardecer. Al mediodía puede ser riesgoso, pues si cae agua en las hojas, al entrar en contacto con el sol, se pueden quemar.

Especies apropiadas Depende de la ciudad en que viva y de su clima. Prefiera las especies nativas de su ciudad (en los viveros sabrán informarle). Para temperaturas como la de Bogotá se recomiendan los siguientes: * Sietecueros * Papayo o papayuelo * Amarrahoyos * Mermelada * Scheflera * Aliso * Saurco * Alcaparro * Pimiento * Mano de oso * Uvos de monte * Pagoda * Sangregado * Nogal * Laurel * Guayacán * Abutilón * Caucho * Carboneros * Brevo * Arrayán * Pino romerón * Pino chaquiro * Cerezos * Duraznos * Cajetos * Trompeto En climas cálidos: * Carbonero-fresa * Ficus * Resucitado-San Joaquín * Nomeolvides * Biyuyo * Totumo mate.

* Mamoncillo * Chiminango * Mango * Palma abanico * Tulipán africano * Totumo mate * Leucaena * Cedro * Chagualo Consejos generales * Verifique con quien le venda la planta, que sean especies propias para los sitios públicos y que el lugar escogido no interfiera con construcciones ni con redes de servicios públicos.

* Aunque los árboles se demoran años en alcanzar alturas importantes, cuando el suyo empiece a crecer, déle el mantenimiento oportuno para que no se salga de proporciones.

* Si vive en un conjunto de apartamentos, pida permiso a la administración para poder sembrar su árbol en una zona común.

* Para sembrar en los parques también se requiere permiso de los administradores del mismo.

* Una planta puede ser equivalente a una mascota para un niño. Si bien no ladran, juegan o mueven la cola, sí se les puede colocar un nombre y seguir en detalle su proceso de crecimiento, anotando semanalmente en un cuaderno, cuántos centímetros ha crecido, cuándo empezó a botar hojas y cuándo le salieron las primeras flores.

* Una vez sembrado su árbol, arme una cerca de palitos alrededor de él para protegerlo de las mascotas y de la gente.

* Si en lugar de sembrar un árbol, prefiere sembrar semillas, siga este procedimiento: adquiera las semillas (en algunos viveros o almacenes agrícolas las venden), consiga una bolsa negra de 20 centímetros de profundidad por 10 de ancho, ábrale huecos en la base y llénela de tierra previamente abonada (la venden en los viveros). Inserte la semilla dentro de la tierra a 5 ó 10 centímetros de profundidad y proceda a enterrar la bolsa con la semilla en un hueco similar al antes mencionado. Cuando su semilla sea planta y haya alcanzado los 20 centímetros de altura, pásela a la tierra, siguiendo el mismo procedimiento.