sábado, 23 de mayo de 2015

Moraleja: Los japoneses y el pescado fresco

Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas
cercanas a Japón no han tenido muchos peces por décadas. Así que para
alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados
más grandes para ir mar adentro. Mientras más lejos iban los pescadores más
era el tiempo que les tomaba regresar a entregar el pescado. Si el viaje
tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco. Para resolver el
problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros.
Así podían pescar y poner los pescados en los congeladores. Sin embargo,
los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y
el fresco, y no les gustaba el congelado, que, por lo tanto, se tenían que
vender más barato. Las compañías instalaron entonces en los barcos tanques
para los peces. Podían así pescar los peces, meterlos en los tanques y
mantenerlos vivos hasta llegar a la costa. Pero después de un tiempo los
peces dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y cansados, aunque
vivos. Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor
porque cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco…
y ¿cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? Y ¿cómo
consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco? Si las compañías
japonesas te pidieran asesoría, ¿qué les recomendarías? (Mientras piensas
en la solución….. Lee lo que sigue): Tan pronto una persona alcanza sus
metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas, encontrar
una pareja maravillosa, o lo que sea, empieza a perder la pasión. Ya no
necesitará esforzarse tanto. Así que sólo se relaja. Experimentan el mismo
problema que las personas que ganan la lotería, o el de quienes heredan
mucho dinero y nunca maduran, o de quienes se quedan en casa y se hacen
adictos a los medicamentos para la depresión o la ansiedad. Como el
problema de los pescadores japoneses, la solución es sencilla. Lo dijo L.
Ron Hubbard a principios de los años 50: "Las personas prosperan más cuando
hay desafíos en su medio ambiente". Para mantener el sabor fresco de los
peces, las compañías pesqueras ponen a los peces dentro de los tanques en
los barcos, pero ahora ponen también ¡Un tiburón pequeño! Claro que el
tiburón se come algunos peces, pero los demás llegan muy, pero muy vivos.
¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro
del tanque, ¡para mantenerse vivos! Cuando alcances tus metas proponte
otras mayores. Nunca debes crear el éxito para luego acostarte en él. Así
que, invita un tiburón a tu tanque, y descubre que tan lejos realmente
puedes llegar. Unos cuantos tiburones te harán conocer tu potencial para
seguir vivo y haciendo lo que mejor haces, de la mejor manera posible!! Si
ya tienes varios en el tanque, déjalos que se muerdan entre sí, que no te
asusten sus dientes ni sus trampas…tú sigue alerta, pero siempre "fresco".
Siempre habrá tiburones a donde vayas… Interesante lectura para aplicar a
la vida y al trabajo.
"Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado pequeñas
para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas."

"NO PIDAS A DIOS QUE GUÍE TUS PASOS, SI NO TIENES LA INTENCIÓN DE MOVER TUS
PIES…"

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domingo, 10 de mayo de 2015

La oracion que el Papa Francisco publicó. Especial para las madres!

Ayudame Señor a comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo que
quieren decirme, y a responderles todas sus preguntas con amabilidad.
Evitame que los interrumpa, que les dispute o contradiga. Hazme cortés con
ellos, para que ellos sean conmigo de igual manera. Dame el valor de
confesar mis errores, y pedirles perdon cuando comprenda que he cometido
una falta. Impideme que lastime los sentimientos de mis hijos. Prohibeme
que me ria de sus errores, o que recurra a la afrenta y a la burla como
castigo. No me permitas que induzca a mis hijos a mentir o a robar. Guiame
hora tras hora para que confirme, por lo que digo y hago, que la honestidad
es fuente de felicidad. Modera, te ruego, la maldad en mi. Evitame que los
incomode, y cuando esté malhumorada, ayudame, Dios mio, a callarme. Hazme
ciega ante los pequeños errores de mis hijos, y auxiliame a ver las cosas
buenas que ellos hacen. Ayudame a tratar a mis hijos como niños de su edad,
y no me permitas exigirles el juicio y convicciones de los adultos.
Facultame para no robarles la oportunidad de confiar en si mismos, pensar,
escoger o tomar decisiones. Oponte a que los castigue para satisfacer mi
egoismo. Socorreme, para concederles todos los deseos que sean razonables,
y apoyame, para tener el valor de negarles las comodidades que yo comprendo
que les haran daño. Hazme justa y ecuanime, considerada y sociable para con
mis hijos, de tal manera que ellos sientan todo mi amor. Amén.

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sábado, 9 de mayo de 2015

Historia: El Tio Poncho

Mi tío Poncho se encontraba bien de salud,hasta que su mujer, tía Tony a instancias de su amiga Mary, le dijo:

- Poncho, vas a cumplir 68 años, es hora de que hagas una revisión médica-

-Y para qué?, si me siento muy bien-

-Porque la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sientes joven-,
contestó mi tía.

Por eso mi tío Poncho fué a consultar al médico.

El médico, con buen criterio, le mandó hacer exámenes y análisis de todo.
A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien,pero que había algunos valores en los estudios que había que mejorar. Entonces le recetó Atorvastatina Grageas para el colesterol, Losartán para el corazón y la hipertensión, Metformina para prevenir la diabetes, Polivitamínico, para aumentar las defensas. Norvastatina para la presión, Desloratadina para la alergia.
Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estomago, le indicó Omeprazol y Diurético para los edemas.

Mi tío Poncho, fué a la farmacia y gastó una parte importante de su jubilación. Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia, las debía tomar antes ó después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón,iban durante o al terminar las comidas, volvió al médico..

Este, luego de hacerle un pequeño ajuste con las ingestas, lo notó un poco tenso
y algo contracturado, por lo que le agregó Alprazolal y Sucedal para dormir.

Mi tío, en lugar de estar mejor, estaba cada día peor.

Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no pasaba momento del día en que no tuviera que tomar una pastilla.

Tan mala suerte tuvo mi tío Poncho, que a los pocos días se resfrió y mi tía lo hizo acostar como siempre,pero esta vez, además del tilo, canela, limón con miel, llamó al médico.
Este le dijo que no era nada, pero le recetó Tabsín día y noche y Sanigrip con Efedrina. Como le dio taquicardia le agregó Atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de 1 gr. cada 12 por 10 días. Le salieron hongos y herpes y le indicaron Fluconol con Zovirax.

Para colmo, mi tío Poncho se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se enteró de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas.

Lo que leía eran cosas terribles. No sólo podía morir, sino que además podía tener arritmias ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones mentales y otro montón de cosas espantosas.

Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no tenía que hacer caso de esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner.

-Tranquilo, Don Poncho, -no se excite- le dijo el médico, mientras le hacía una nueva receta con Ravotril con un antidepresivo, Sertralina de 100 mg. Y como le dolían las articulaciones le dieron Diclofenac.
En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la jubilación, iba a la farmacia.

Esto lo hacía poner muy mal, razón por la cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos.
Llegó un momento en que al pobre de mi tío Poncho las horas del día no le alcanzaban para tomar todas las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las cápsulas para el insomnio que le habían recetado.

Tan mal se había puesto que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, se murió.

Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.

Aún hoy, mi tía Tita afirma que menos mal que lo mandó al médico a tiempo, porque si no, seguro que se hubiese muerto antes.

Este e-mail está dedicado a todas mis amistades, ya sean médicos o pacientes..!!! Ah, si no hubiera tomado nada y hubiese seguido con su régimen naturista con: pollo sin piel, pavo, lechugas, aceite de oliva, frutas, verduras de todos colores, nada de sal y nada de azúcar, con una copita de vino tinto y caminando 6 mil pasos diarios estaría vivito.