El doctor Héctor Simosa Alarcón fue un eminente médico   traumatólogo, egresado de la Universidad Central de Venezuela, y a quien la   afición dominocística del país conoció  como “El Tigre de   Carayaca”. Nació en Aragua de Maturín, estado Monagas, el 16 de enero   de 1921, y muere en Caracas el 19 de octubre de 1984. 
Por conmemorarse, en un día como hoy el vigésimo aniversario de su sentida desaparición física, consideramos que es oportuno rendirle un justo homenaje “In Memoriam”, al ilustre hombre que en vida fue el doctor Héctor Simosa Alarcón. Por tal razón reproduciremos algunos consejos que escribió en la introducción de su libro “Ciencia y arte en el dominó” y traeremos a colación algunas anécdotas que están relacionadas con él, ya que estimamos son del interés del caro lector.
Decía El Tigre en su libro: “Jugando bien el   Dominó, es como se disfruta de un verdadero rato de placer; aunque parezca   paradójico, divierte más el perder jugando bien, que el ganar jugando mal;   porque en Dominó no todas las buenas jugadas se coronan con el triunfo, no   todas las malas jugadas terminan con la derrota; a veces jugando mal se gana.
Desde hace muchos años conozco muy buenos aficionados que   han llegado a viejos jugando exactamente igual, es decir, han llegado a un   tope, son jugadores rutinarios que, aunque pasan el tiempo con el juego, no   han llegado nunca a vivir la emoción de una buena jugada, y que cuando la   practican la hacen por azar, desconociendo la magnitud y repercusión que van   a conseguir con la misma. Yo soy aficionado al Dominó desde muy pequeño,   desde los quince años maduré mis conocimientos en este juego y hasta la fecha   los conservo y creo que en los restantes años de mi vida, seguiré jugando con   el mismo rendimiento y la misma afición. Esto explica, sencillamente, que los   conocimientos adquiridos en este juego tienen su límite, y que cuando se   llega a éste no se hacen más progresos evidentes.
Procura siempre aprender un poco más de lo que sepas, lo   que conseguirás en partidas donde lleves la peor parte, y no en partidas   donde tú seas superior a los contrarios. Aquel que sabe menos que tú no puede   enseñarte nada y, por el contrario, tú serás su maestro. Cuando el contendor   sea superior a ti, te enseñará algo, siempre que te acostumbres a razonar el   por qué de sus jugadas, y cuando no estés jugando en la partida, trata   siempre de observar aquel que juega más, y sin dedicarte a criticar, cosa   común en los mirones, analiza y estudia todas las jugadas que veas realizar,   sin ocuparte de ver las cartas del contrario, lo que podría desviarte de   cualquier razonamiento que estés practicando, trastornándote así el hábito de   razonar y deducir, tan fundamental en este juego apasionante y   divertido”. Fin de la cita.
Sin que quede alguna duda, se puede afirmar que la época   gloriosa del    dominó en nuestro país se inició cuando Héctor Simosa Alarcón publicó su   libro “Arte y ciencia en el dominó”. En dicha obra se planteó por   primera vez un método de juego que está fundamentado en la información que el   jugador de turno transmite en función de la pinta que va a generar en su   jugada. Este método es conocido bajo el nombre de ortodoxo, pero prefiero   denominarlo Método Simosa, por creer que fue él quien lo diseñó y propagó.   Estimo que el doctor Héctor Simosa Alarcón, “El Tigre de   Carayaca”, ha sido, es y será para siempre “El Gran Señor del   Dominó”, ya que influyó, a través de sus enseñanzas y comentarios, en   muchos de los que hoy en día son estrellas  del firmamento dominocístico. Fue el   adelantado en la literatura de este pasatiempo, el pionero en el desarrollo   de las actividades que siempre buscaban la excelencia en el dominó y,   finalmente, como jugador no sólo demostró   conocer a profundidad la estructura y estrategias  del dominó, sino que también exhibió luces   de creatividad en el correcto desenlace de una mano. En fin, fue el creador de   un nuevo sistema de juego para parejas, en el que se tomaba en cuenta la   pinta que se generaba. También fue el organizador del “Doble Seis de   Oro”, torneo que se celebró dos veces en el Hotel Caracas Hilton,   resultando ser ambos certámenes hasta estos momentos los de mayor   concurrencia y calidad en cuanto a participantes, debido a la presencia de   esos estelares jugadores del dominó venezolano, que son verdaderos maestros   en el arte de jugar bien y crear situaciones que enaltecen a este apasionado   juego. En dichos torneos siempre privó como único objetivo el desarrollo del   movimiento dominocístico venezolano, hoy en día puesto en duda por las   grandes estrellas del dominó venezolano, ante las apetencias crematísticas de   unos tránsfugas que ni siquiera saben jugar al dominó y pretenden dirigirlo   en complicidad con algunos funcionarios de relevancia que dirigen entidades   deportivas del Estado.
Se puede decir, sin ambages, que Héctor Simosa Alarcón   propagó, masificó e hizo del    dominó un deporte de la mente y la competición. Es, además, un personaje   mítico y legendario en nuestro país, ya que es frecuente encontrarse a   personas que manifiestan haber jugado recientemente con él, cuando en   realidad nos separan veinte años de esa posibilidad.
La Asociación Metropolitana de Dominó, institución que me   honró cuando me eligió como su primer   presidente, en sus calendarios de torneos siempre celebra eventos en homenaje   al doctor Héctor Simosa Alarcón, por la profunda e indeleble huella que dejó   en el universo del    dominó.
Va de anécdota: Cuando el ingeniero Héctor Simosa   Rosales, hijo de El Tigre , me entregó un   ejemplar de la edición de lujo del    libro de su padre, aprovechó la ocasión para contarme dos anécdotas de él. En   la primera se refirió a una “polla” que El Tigre solía jugar los   sábados por la tarde y en la que participaban, entre otros, Marcos   Evangelista Pérez Jiménez (en esa época Presidente de la República) y los   generales Felipe Llovera Páez, Rómulo Fernández y Oscar Mazzei Carta. El   presidente Pérez Jiménez fue un dominocista que estaba habituado a ganar casi   siempre y resultaba extraño verlo meter la mano en sus bolsillos para sacar   la billetera (unos decían que fue un buen jugador de dominó, otros que   siempre se “casaba” bien, y no faltó quien afirmara que la   “jaladera” le permitía tener siempre el triunfo al alcance de la   mano). En una de estas tenidas, por ausencia del general Rómulo Fernández,   Marcos Evangelista sugirió y le fue aceptado por todos, que se jugaría de   manera fija un máximo de tres “matches”, ganando aquella pareja   que triunfara en dos de ellos. El choque se llevó a cabo de la manera   siguiente: por un lado, la pareja conformada por Marcos Pérez Jiménez-Felipe   Llovera Páez y, por el otro lado, la yunta compuesta por “El Tigre de   Carayaca” y Oscar Mazzei Carta. Finalizada la cuarta partida, después   de haber ganado los dos “matches”, el doctor Héctor Simosa   Alarcón se dirigió al Presidente y le dijo: “Usted será el mandamás del   país y hará siempre lo que a bien le venga en gana, pero yo soy el Rey del   dominó, y espero que no se hable más del asunto”. Pérez Jiménez lo   felicitó y además le respondió: “Por eso es que a mí me gusta jugar con   usted, doctor Simosa”.
La segunda está relacionada con el hecho de que el doctor Héctor Simosa Alarcón fue médico de la Armada, circunstancia que lo obligaba a acatar órdenes y llevar a feliz término aquellas misiones que le eran encomendadas. En una de las múltiples comisiones que le fueron asignadas, llegó a Tucupita a bordo de una embarcación de la Marina de Guerra. Al día siguiente de la atracada del navío de guerra se corrió la noticia como pólvora, de la presencia de “El Tigre de Carayaca” en la capital del territorio deltano, eventualidad que provocó que un grupo de dominocistas, que constituían una “peña” de dominó, la cual funcionaba en el botiquín más concurrido de Tucupita, le cursaran una invitación al doctor Simosa, al comandante del buque y a toda la tripulación para que asistieran a un “sancocho” en honor de El Tigre de Carayaca. La invitación fue aceptada y, como era de esperarse, antes de ser servido “el cruzao” se jugaron varias partidas de dominó. Le correspondió a El Tigre de Carayaca jugar de compañero con un señor de avanzada edad, quien era el decano de la peña. Después de jugar cuatro “matches”, El Tigre y su compañero ganan todas las partidas, y este resultado conlleva que El Tigre felicite a su compañero y le diga que está gratamente sorprendido de encontrar un jugador tan bueno, en un lugar tan remoto. El veterano jugador le responde: “Siempre quise jugar con ‘El Tigre de Carayaca’, y ya que la providencia me ha complacido, quisiera saber, doctor, si usted está dispuesto a darme su autógrafo”. El Tigre le contesta afirmativamente y el experimentado hombre, de manera rauda y veloz, se lleva la mano al bolsillo derecho de la chaqueta que portaba, y saca un ejemplar algo deteriorado y muy manoseado, del libro “Ciencia y arte en el dominó”. El doctor Simosa, es halagado y sorprendido de ver un facsímile de su libro. En el momento en que se presta a dedicárselo, se percata de que en la mayoría de las hojas hay parágrafos subrayados y observaciones en los bordes de las páginas, que tienen mucho sentido, circunstancia que lo motiva a decir las siguientes palabras: “Hoy me pareció que estaba jugando conmigo mismo, es más, nuestros adversarios jugaron contra dos tigres de Carayaca”.
 
Finalmente, la masiva concurrencia que rodeaba  la mesa de juego aplaudió a rabiar por celebrar el   espectáculo de presenciar juntos a dos verdaderos tigres  del dominó.
Otra anécdota de “El Tigre de Carayaca” me la   contó el ingeniero Jaime Domínguez, reconocido por los valencianos  como un gran jugador y   conocedor de la estructura de este fantástico juego. Jaime coincide conmigo   en el sentido de estimar al doctor Héctor Simosa Alarcón  como el mejor jugador de dominó de todos   los tiempos. Como muestra de lo que acabamos de afirmar, está la siguiente   historia: en una partida en la que “El Tigre de Carayaca” jugaba   con su compañero predilecto, el caballero Carlos Núñez Trujillo, contra la   yunta formada por Enrique Sarquis y el eminente galeno doctor Miguel González   Acevedo, se presenta una mano de la que solamente esbozaremos sus rasgos   fundamentales: El Tigre sin pensar sale por doble-seis; Enrique Sarquis pasa;   Núñez Trujillo juega, el doctor González castiga la pinta generada por Núñez   Trujillo, y la mano continúa su desarrollo hasta que Enrique Sarquis tranca   la mano y gana 32 tantos. En ese preciso instante comienza un desacuerdo   entre El Tigre y su compañero, que es interrumpido por González Acevedo,   quien dirigiéndose a su compañero le comunica: <>. El Tigre le retruca:   <>. Las diferencias entre El Tigre y su compañero continúan y   nuevamente el doctor González interrumpe el debate insistiendo en la   importancia de guardarse el único seis que tenía, obteniendo como respuesta   del doctor Simosa la frase siguiente: <>, y prosiguen los dimes y   diretes entre Núñez Trujillo y El Tigre, hasta que la controversia es   suspendida cuando González Acevedo repite la cantaleta <>. En ese momento   El Tigre se vuelve hacia su oponente y de manera tajante le dice: <<>>, réplica esta que   sorprendió a tirios y troyanos, hasta que el doctor Simosa Alarcón   reconstruyó la mano y demostró que estaba en lo cierto. 
El anterior relato sirve de ejemplo para que el apreciado lector se dé cuenta de que existió un genio del dominó que en vida fue Héctor Simosa Alarcón, conocido en la afición dominocística venezolana como El Tigre de Carayaca.
Algunas de las frases y consejos del libro del Tigre de Carayaca:
- En la salida con dobles, se emplea el mayor de los dobles que tenga acompañamiento”.
- Se divierte más el perder jugando bien, que el ganar jugando mal
- Hay que saber salir, pues las manos se ganan o pierden desde la salida
- La segunda piedra es mucho más importante que la primera y aún mucho más que la salida.
- En muchas ocasiones se debe tratar de jugar aquellas fichas que pueden incomodar el desarrollo de un buen juego.
- El domino es “mitad ciencia mitad suerte que en algunos momentos adquiere un profundo carácter matemático”
- El mayor número de tantos posibles de coger en un tranca de Dominó es de 103 y el mayor en una dominada es de 109.
- Cuando se va a iniciar un juego que conviene es de buena técnica pensar en la jugada, asi se tenga una sola ficha que jugar. La pensada es la única seña aceptada en el Dominó.