USADO vs. AMADO
Mientras un hombre estaba puliendo su nuevo coche, su hijo de 6 años
recogió una piedra y rasguñó las líneas en el lado del coche.
Enojado, el hombre tomó la mano del niño y la golpeó muchas veces;
Sin darse cuenta de que estaba usando una llave inglesa.
En el hospital, el niño perdió todos sus dedos debido a múltiples fracturas.
Cuando el niño vio a su padre ...
Con ojos dolorosos preguntó: "Papá, ¿cuándo volverán a crecer mis dedos?"
El hombre estaba tan herido y mudo;
Volvió a su coche y lo pateó muchas veces.
Devastado por sus propias acciones .....
Sentado frente a ese coche miró los arañazos;
El niño había escrito "LOVE YOU DAD".
Al día siguiente, ese hombre se suicidó.
La ira y el amor no tienen límites;
Elige este último para tener una vida hermosa y encantadora .....
Las cosas deben ser usadas y la gente debe ser amada.
Pero el problema en el mundo de hoy es que,
Las personas son usadas y las cosas son amadas.
En este año, tengamos cuidado de mantener este pensamiento en mente:
Las cosas deben ser usadas,
Pero la gente debe ser amada.
Vigila tus pensamientos; Se convierten en palabras
Cuida tus palabras; Se convierten en acciones.
Vigila tus acciones; Se convierten en hábitos.
Mira tus hábitos; Se convierten en tu carácter;
Mira a tu persona; Se convierte en tu destino.
Me alegro de que un amigo me envió esto como un recordatorio.
Dios te bendiga.
Si usted no pasa esto en nada malo sucederá;
Si lo haces, podrías cambiar la vida de alguien.
¿Sabes la relación entre tus dos ojos?
Parpadean juntos
Moverse juntos, llorar juntos, ver las cosas juntos y dormir juntos
Aunque nunca se vean
¡La amistad debe ser asi!
La vida es vanidad sin AMIGOS.
¿Quién es tu mejor amigo?
Un blog destinado a la coleccion de los mejores chistes y curiosidades que llegan por email. Videos, fotos, imagenes y mucho más
miércoles, 25 de enero de 2017
lunes, 23 de enero de 2017
Chiste: LAS SECRETARIAS DE LOS MÉDICOS QUE SE CREEN DOCTORAS
Siempre te preguntan cuando llegas a la consulta del médico la razón de
tu visita, y tienes que contestar delante de otros y a veces, es muy
desagradable.
No hay nada peor que una recepcionista que te pida que le digas qué te
pasa en una sala de espera llena de pacientes.
Una vez entré a una consulta y me acerqué a la recepcionista -muy poco
simpática- por cierto...
- ¡Buenos días, señorita!
La recepcionista me dijo:
- Buenos días, señor, ¿por qué quiere ver al Doctor?
- Tengo un problema con mi pene, contesté.
Como algunos se rieron, la recepcionista se irritó y me dijo:
- Usted no debería decir cosas como ésas delante de la gente.
- ¿Por qué no?... Usted me preguntó qué me pasaba y se lo dije.
La recepcionista -sonrojada- me dijo:
- Podría haber sido más discreto y decir, por ejemplo, que tenía
irritado el oído, y discutir el problema con el doctor más tarde y en
privado.
Yo le contesté:
- Y usted, no debería hacer preguntas delante de extraños, si la
respuesta puede molestar.
Entonces, sonreí, salí y volví a entrar:
- ¡Buenos días, señorita!
La recepcionista se sonrió socarronamente y preguntó:
- ¿¿Sí??
- "Tengo problemas con mi oído."
La recepcionista asintió y se sonrió, viendo que había seguido su
consejo y me volvió a preguntar :
- "Y… ¿qué le sucede a su oído, señor?"
- *"Me arde al mear".
tu visita, y tienes que contestar delante de otros y a veces, es muy
desagradable.
No hay nada peor que una recepcionista que te pida que le digas qué te
pasa en una sala de espera llena de pacientes.
Una vez entré a una consulta y me acerqué a la recepcionista -muy poco
simpática- por cierto...
- ¡Buenos días, señorita!
La recepcionista me dijo:
- Buenos días, señor, ¿por qué quiere ver al Doctor?
- Tengo un problema con mi pene, contesté.
Como algunos se rieron, la recepcionista se irritó y me dijo:
- Usted no debería decir cosas como ésas delante de la gente.
- ¿Por qué no?... Usted me preguntó qué me pasaba y se lo dije.
La recepcionista -sonrojada- me dijo:
- Podría haber sido más discreto y decir, por ejemplo, que tenía
irritado el oído, y discutir el problema con el doctor más tarde y en
privado.
Yo le contesté:
- Y usted, no debería hacer preguntas delante de extraños, si la
respuesta puede molestar.
Entonces, sonreí, salí y volví a entrar:
- ¡Buenos días, señorita!
La recepcionista se sonrió socarronamente y preguntó:
- ¿¿Sí??
- "Tengo problemas con mi oído."
La recepcionista asintió y se sonrió, viendo que había seguido su
consejo y me volvió a preguntar :
- "Y… ¿qué le sucede a su oído, señor?"
- *"Me arde al mear".
domingo, 22 de enero de 2017
Un cuento-reflexion: Don Pancho
Cuidado no nos pase lo de Don Pancho
Resulta que Don Pancho se encontraba bien de salud, hasta que un día su
mujer, a instancias de una amiga, le planteó:
-Pancho, ya vas a cumplir 68 años, es tiempo de que te hagas una
revisión médica.
-¿Y para qué? si me siento muy bien-
-Por prevención, ahora cuando todavía te sientes joven-, contestó su esposa.
Así que Pancho fue a consultar al médico, quien con buen criterio, le
mandó hacer exámenes y análisis de todo.
A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que
había algunos valores en los estudios que había que mejorar.
Entonces le recetó Atorvastatina en grageas para el colesterol, Losartán
para la hipertensión, Metformina para prevenir la diabetes y Loratadina
para la alergia.
Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le
indicó Omeprazol y Diurético para evitar edemas.
Pancho, fue a la farmacia y se gastó en medicamentos una parte
importante de su jubilación.
Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la
alergia, las debía tomar antes o después de las cápsulas para el
estómago, y si las amarillas para el corazón, iban durante o al terminar
las comidas, volvió al médico...
Éste, luego de hacerle un pequeño fixture con las ingestas, lo notó un
poco tenso y algo contracturado, por lo que le agregó Alprazolam y
Sucedal para dormir.
Don Pancho, en lugar de estar mejor, cada día estaba peor.
Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de
su casa, porque no pasaba momento en que no tuviera que tomar alguna
pastilla.
Con tan mala suerte que a los pocos días Pancho se resfrió y su mujer lo
hizo acostar, pero esta vez, además del té de menta con canela, limón y
miel, llamó al médico.
Éste le dijo que no era nada, pero por prevención le recetó Tabsín cada
12 hrs y Sanigrip con Efedrina. Como empezó con taquicardia, el doctor
le agregó Atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de 1 gr. cada 12 horas
por 10 días. Al cabo le salieron hongos y herpes y entonces le agregó
Fluconazol con Zovirax.
Para colmo, Pancho se puso a leer los prospectos de todos los
medicamentos que tomaba y así se enteró de las contraindicaciones, las
advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos
colaterales y las interacciones médicas.
Todo lo que leía eran cosas terribles. No sólo podía morir, sino que
además podía tener arritmias ventriculares, úlceras, sangrado anormal,
náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos
abdominales, alteraciones mentales y una lista larga de más cosas
espantosas.
Asustadísimo, Pancho llamó al médico, quien al verlo trató de
tranquilizarlo asegurándole que no tenía que hacer caso de esa
información que los laboratorios ponen nomás por poner.
-Tranquilo, Don Pancho, -no se alarme- le dijo el médico, mientras le
hacía una nueva receta con Rivotril, un antidepresivo, más Sertralina de
100 mgs. Y como le habían empezado a doler las articulaciones le añadió
Diclofenaco.
Por ese tiempo, cada vez que Pancho cobraba la jubilación, más de la
mitad se le iba a la farmacia.
Tan mal se había puesto, que un día, haciéndole caso a los prospecto de
los remedios, se murió.
Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.
Aún hoy, su esposa afirma que menos mal que lo mandó al médico a tiempo,
porque si no, seguro que se hubiese muerto antes.
Este mensaje está dedicado a todas mis amistades, ya sean médicos o
pacientes..
Ah, si Pancho simplemente hubiese seguido comiendo conejo, pollo sin
piel, lechugas, aceite de oliva, frutas, verduras de todos colores, sal
en grano, nada de azúcar, una copita de vino tinto y caminando treinta
minutos diarios, todavía estaría vivito.
Si tú dices que estás enfermo ¡te enfermas! Si tú dices que estás bien
¡te sentirás de maravilla!*
Resulta que Don Pancho se encontraba bien de salud, hasta que un día su
mujer, a instancias de una amiga, le planteó:
-Pancho, ya vas a cumplir 68 años, es tiempo de que te hagas una
revisión médica.
-¿Y para qué? si me siento muy bien-
-Por prevención, ahora cuando todavía te sientes joven-, contestó su esposa.
Así que Pancho fue a consultar al médico, quien con buen criterio, le
mandó hacer exámenes y análisis de todo.
A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que
había algunos valores en los estudios que había que mejorar.
Entonces le recetó Atorvastatina en grageas para el colesterol, Losartán
para la hipertensión, Metformina para prevenir la diabetes y Loratadina
para la alergia.
Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le
indicó Omeprazol y Diurético para evitar edemas.
Pancho, fue a la farmacia y se gastó en medicamentos una parte
importante de su jubilación.
Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la
alergia, las debía tomar antes o después de las cápsulas para el
estómago, y si las amarillas para el corazón, iban durante o al terminar
las comidas, volvió al médico...
Éste, luego de hacerle un pequeño fixture con las ingestas, lo notó un
poco tenso y algo contracturado, por lo que le agregó Alprazolam y
Sucedal para dormir.
Don Pancho, en lugar de estar mejor, cada día estaba peor.
Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de
su casa, porque no pasaba momento en que no tuviera que tomar alguna
pastilla.
Con tan mala suerte que a los pocos días Pancho se resfrió y su mujer lo
hizo acostar, pero esta vez, además del té de menta con canela, limón y
miel, llamó al médico.
Éste le dijo que no era nada, pero por prevención le recetó Tabsín cada
12 hrs y Sanigrip con Efedrina. Como empezó con taquicardia, el doctor
le agregó Atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de 1 gr. cada 12 horas
por 10 días. Al cabo le salieron hongos y herpes y entonces le agregó
Fluconazol con Zovirax.
Para colmo, Pancho se puso a leer los prospectos de todos los
medicamentos que tomaba y así se enteró de las contraindicaciones, las
advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos
colaterales y las interacciones médicas.
Todo lo que leía eran cosas terribles. No sólo podía morir, sino que
además podía tener arritmias ventriculares, úlceras, sangrado anormal,
náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos
abdominales, alteraciones mentales y una lista larga de más cosas
espantosas.
Asustadísimo, Pancho llamó al médico, quien al verlo trató de
tranquilizarlo asegurándole que no tenía que hacer caso de esa
información que los laboratorios ponen nomás por poner.
-Tranquilo, Don Pancho, -no se alarme- le dijo el médico, mientras le
hacía una nueva receta con Rivotril, un antidepresivo, más Sertralina de
100 mgs. Y como le habían empezado a doler las articulaciones le añadió
Diclofenaco.
Por ese tiempo, cada vez que Pancho cobraba la jubilación, más de la
mitad se le iba a la farmacia.
Tan mal se había puesto, que un día, haciéndole caso a los prospecto de
los remedios, se murió.
Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.
Aún hoy, su esposa afirma que menos mal que lo mandó al médico a tiempo,
porque si no, seguro que se hubiese muerto antes.
Este mensaje está dedicado a todas mis amistades, ya sean médicos o
pacientes..
Ah, si Pancho simplemente hubiese seguido comiendo conejo, pollo sin
piel, lechugas, aceite de oliva, frutas, verduras de todos colores, sal
en grano, nada de azúcar, una copita de vino tinto y caminando treinta
minutos diarios, todavía estaría vivito.
Si tú dices que estás enfermo ¡te enfermas! Si tú dices que estás bien
¡te sentirás de maravilla!*
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