lunes, 5 de septiembre de 2011

Chiste: No subestimes a la Abuela

Un hombre se muda a una colonia nudista.
Recibe una carta de su abuela pidiendole que le envie una fotografia suya en su nuevo entorno.
Demasiado avergonzado de que ella se entere de que vive en una colonia nudista, toma una fotografia suya, la corta por la mitad y se la envia.
Al dia siguiente se da cuenta de que accidentalmente envio la parte inferior de la fotografia.
Esta verdaderamente preocupado pero entonces se acuerda de que su abuela no ve bien y espera que no se de cuenta.

Semanas mas tarde recibe una carta de la abuela que dice:
"Gracias por la foto. Cambiate el peinado…hace que tu nariz se vea muy pequena"

Carinos,
Abuela

Para pensar: La onda verde

En la fila del supermercado, el cajero le dijo a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de compras ya que las bolsas de plástico no eran buenas para el medio ambiente.
La señora pidió disculpas y explicó: "Es que no había esta onda verde en mis tiempos."

El empleado le contestó: "Ese es nuestro problema ahora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medio ambiente." 

Tenía razon -- nuestra generación no tenía esa onda verde en esos tiempos.


En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosas y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían usas las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.


Pero no teníamos onda verde en nuestros tiempos.


Subíamos a pie, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio y oficina. Caminábamos al almacén en lugar de montar en nuestro vehículo de 300 caballos de fuerza cada vez que necesitábamos recorrer 200 m.

Pero tenía razón. No teníamos la onda verde en nuestros días.


Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables.

Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas consumidoras de energía sacudiéndose a 220 voltios -- la energía solar y eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos. Pero esa señora está en lo cierto: no teníamos una onda verde en nuestros días.

En ese entonces teníamos una televisión, o radio, en la casa -- no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo (os acordáis?), no una pantallota del tamaño de un estadio.

En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hicieran todo por nosotros.
Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no plastoformos o bolitas plásticas.
En esos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el cesped. Usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad.

Pero ella está en lo cierto: no había en esos tiempos una onda verde.

Bebíamos de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas plásticos cada vez que teníamos que tomar agua.
Recargábamos las plumas con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las hojillas de afeitar en vez de echar a la basura toda la maquinilla sólo porque la hoja perdió su filo.

Pero no teníamos una onda verde por entonces.

En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o un autobus y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andaban, en lugar de usar a la mamá como un servicio de taxi de 24 horas.

Teníamos un enchufe en cada habitación, no un banco de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales de satélites a kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima. 

Así que ¿no les parece lamentable que la actual generación esté lamentándose cuán botarates éramos los viejos por no tener esta onda verde en nuestros tiempos?

Chiste: Una rubia en el casino

Una atractiva rubia de Irlanda, llegó al Casino.
Parecía estar algo borracha y apostó 20.000 Euros en una sola jugada a los dados.
En eso dijo: “Espero no se molesten, pero siento que tengo más suerte si estoy completamente desnuda
Así, se sacó toda la ropa, tiró los dados y gritaba “vamos! vamos! que mami necesita ropa nueva!
Cuando el dado se detuvo, empezó a dar saltos y gritó “si! si! gané!
Abrazó a los empleados, a cada uno de los jugadores, levantó sus ganancias, su ropa y partió rápidamente.
Todos se miraron boquiabiertos.
Finalmente uno de los empleados preguntó: “¿qué número salió?”
El otro contestó : “No sé, pensé que tú estabas mirando!”
 
LA MORALEJA DE LA HISTORIA…
No todos los irlandeses son borrachos,
No todas las rubias son tontas,
Pero todos los hombres…... son igual de calentones !!!!.