miércoles, 26 de diciembre de 2018

Reflexión: La vela y el fósforo

El fósforo le dijo a la vela:
• Hoy te encenderé.
• ¡Oh no!, dijo la vela, tú no te das cuenta que, si me enciendes, mis
días estarán contados; no me hagas una maldad de esas.
• ¿Entonces tú quieres permanecer así toda tu vida? ¿Dura, fría y sin
haber brillado nunca? preguntó el fósforo.
• ¿Pero tienes que quemarme? Eso duele y además consume todas mis
fuerzas, murmuró la vela.
Entonces respondió el fósforo:
 • ¡Tienes toda la razón!. Pero esa es nuestra misión. Tú y yo fuimos
hechos para ser luz y lo que yo como fósforo puedo hacer es muy poco,
mi  llama es pequeña y mi tiempo es corto. Pero si te paso mi llama,
habré cumplido con el propósito de mi vida; yo fui hecho justamente para
eso, para comenzar el fuego.
Ahora, tú eres una vela y tu misión es brillar. Todo tu dolor y energía
se transformará en luz y calor por un buen tiempo.
Oyendo eso, la vela miró al fósforo que ya estaba en el final de su
llama y le dijo:
• ¡Por favor, enciéndeme!
Y así produjo una linda y brillante llama.

Así como la vela, a veces, es necesario pasar por experiencias duras,
experimentar el dolor y sufrimiento para que lo mejor que tenemos surja,
sea compartido y podamos ser LUZ.
Recuerda que "mar calmado no hace buenos marineros", los mejores son
revelados en las aguas agitadas.
Entonces, si tuvieras que pasar por la experiencia de la vela, recuerda
que servir y compartir el amor es el combustible que nos mantiene vivos.
¡Tú, que fuiste hecho a imagen y semejanza de Dios, eres la luz del
mundo y tu misión es irradiar esa luz!
Dios te bendiga.
Nunca olvides que siempre debemos ser luz. Una luz que guíe, no que
opaque o ciegue.

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