sábado, 7 de noviembre de 2020

Cuento: "... había una vez una señora que debía viajar en tren... "

"Había una vez una señora que debía viajar en tren.

Cuando la señora llegó a la estación, le informaron que su tren se
retrasaría aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una
revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en
el andén central y se sentó, preparada para la espera.

Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer
un diario. De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó
el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó
un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de cuenta que nada
había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una
galleta y se la comió mirando fijamente al joven.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los
ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra
galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo
fijamente.


El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La
señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.

Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó:
"No podrá ser tan caradura" mientras miraba alternativamente al joven y
al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y
la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su
compañera de banco.

-¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta.

-De nada -contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó furiosa del
banco y subió a su vagón. Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía
sentado en el andén y pensó: "¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de
nuestro mundo!" De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió
su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta cuando
encontró allí su paquete de galletas intacto…"

          Autor Desconocido

Un alto número de conflictos que vivimos hoy día, tiene su origen en
malentendidos y percepciones falsas. Llevados por primeras impresiones,
creencias infundadas y reacciones impulsivas, nos hundimos en diatribas
intensas, decisiones drásticas y hasta en actos violentos, sin que la
razón nos asista.

Pero asi somos. Con frecuencia, creemos que nuestra percepción equivale
a la realidad. Nos basta un chisme o un indicio, para asumir que ya
tenemos los hechos y que estamos autorizados para la indignación, el
reclamo y la venganza.

A partir de ese momento, se restringe el derecho a la defensa del otro y
se pierde la capacidad de diálogo y conciliación. Y entonces las
sospechas devienen en crisis y desastre.

Lejos quedan la presunción de inocencia, la reflexión, la lógica, la
razón o la revisión de evidencias o de argumentos. Las acusaciones
mandan y, tal cual Shakira, nos hacemos ciegos, sordos y mudos. A veces
las cosas jamás se aclaran. Otras, los implicados pasan meses o años
tratando de aclarar el panorama y en rescatar su credibilidad.

Cuando se tiene una idea fija, nuestra mente se niega a considerar otras
opciones. De modo que debemos cuidarnos de no proceder con ligereza y
terquedad, regidos por altas expectativas y creencias erradas. Debemos
mantener la mente abierta, escuchar, y usar la sensatez y el sentido común.

 ¡ Feliz inicio de semana

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