jueves, 30 de junio de 2016

Origen de expresiones venezolanas

Dame la cola:
En las batallas de independencia, no había suficientes caballos para que
todos los soldados montaran uno. Así, muchos tenían que cubrir grandes
distancias a pie. Por eso, cuando les tocaba subir una pendiente, le
solicitaban al soldado que iba a caballo, mula o burro: Dame la cola, en
otras palabras, dame permiso para agarrarme de la cola del animal para
subir con menos esfuerzo. Se quedó para siempre "Dame la cola".

Corotos:
Antonio Guzmán Blanco, tres veces presidente de Venezuela tuvo una
educación con fuerte influencia francesa. Fue diplomático acreditado en
París. En su estancia allí, su mujer se aficionó por las pinturas del
pintor francés, Jean Baptiste Corot, teniendo una respetable colección, de
la cual no se separaba. Cuando vivían en Caracas, cada vez que se mudaban
de casa, cosa que hicieron con alguna frecuencia, le indicaba a los
empleados que embalaban los enseres: Tengan mucho cuidado con los "Corots".

Macundales:
Para abrir picas, en el proceso de exploración de la industria de los
hidrocarburos en Venezuela, se utilizaron unos machetes ingleses de marca
Mc and Dale. Los trabajadores, cada día, a la hora de terminar la faena,
decían: llegó la hora de recoger los Macundales.

Échale pichón:
Cuando se le pide un esfuerzo adicional a alguien para desarrollar una
tarea que requiere esfuerzo se le dice "échale pichón". En la época en la
que no había acueductos ni sistemas de distribución de agua, ésta se
extraía con bombas manuales que tenían una palanca que decía "Push On", que
derivó en pichón. Échale pichón era: Dale a la bomba.

Espitao:
Esmollejao. Corriendo muy rápido. Se origina a partir de las palabras
Speed Out, que en inglés quiere decir correr mucho.

El hijo de la panadera:
En abril de 1769, la Corona Española del territorio colonizado, hoy
Venezuela, recibió una inusual protesta, pues no estaban de acuerdo con
el nombramiento de un joven blanco como Oficial de las Milicias,
esgrimiendo como argumento la dudosa reputación de éste, porque su madre
tenía por oficio el de panadera en Caracas. De allí se ha quedado el
refrán. ¿A mi no me van a dar nada? Ni que yo fuera el hijo de la panadera.
...Y EL HIJO DE LA PANADERA ERA NADA MENOS QUE FRANCISCO DE MIRANDA...


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