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Cuenta la Antigua leyenda que un niño que estaba  por nacer le dijo a Dios:
- “Dicen que me vas a enviar mañana a la tierra  pero… ¿Cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?”
 
- Dios le contesta: “entre muchos Ángeles te escogí uno para ti, que te  está esperando, él te cuidará”.
 
- Pero el niño le dice: “aquí en el cielo no hago más que cantar y  sonreír, eso basta para ser feliz”. 
  
 Y ¿cómo voy a entender cuando la gente me hable,  sino conozco el extraño idioma en que hablan los hombres? 
 
- Y Dios expresa: “Tu Ángel te dirá las palabras más dulces y más  tiernas que puedes escuchar y con mucha paciencia y cariño te enseñará a   hablar”
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- Y el Niño le pregunta a Dios: “¿Qué haré cuando quiera hablar  contigo?”
 
- Y Dios responde: “Tu Ángel te juntará las manitos y te enseñará a  orar”.
 
- El pequeño manifiesta: “Pero estaré siempre triste porque no te veré  más Señor”.
 
- Y Dios le dice: “Tu Ángel te hablará de mí y te enseñará el camino  para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
 
En ese instante una paz reinaba en el cielo, pero se oían voces  terrestres y el niño presuroso repetía suavemente: “Dios mío, si ya me voy dime  su nombre, ¿Cómo se llama mi Ángel?
 
Y Dios responde: “Su nombre no importa, tú le dirás  "mamá"…
 
     
   
  
Un día mi madre me preguntó cuál era la parte más importante del  cuerpo y me dijo que a través de los años tratara de buscar la respuesta  correcta..
Cuando era más joven, pensé que el sonido era muy  importante para nosotros, por eso dije,
"Mis oídos, Mamá".  Ella  dijo: "No, muchas personas son sordas y se arreglan  perfectamente. Pero  sigue pensando, te preguntaré de nuevo."
Varios años pasaron antes de  que ella lo hiciera. Desde aquella primera vez, yo había creído encontrar la  respuesta correcta. Y es así que le dije:
"Mamá, la vista es muy  importante para todos, entonces deben ser nuestros ojos."
Ella me miró y  me dijo:
"Estás aprendiendo rápidamente, pero la respuesta no es  correcta porque hay muchas personas que son ciegas, y salen adelante aun sin sus  ojos".                                                          
Continué pensando cuál era la solución. A través de los años, mi madre me  preguntó un par de veces más, y ante mis respuestas,     la  suya era:
"No, pero estás poniéndote más inteligente con los años,  pronto acertarás".
El año pasado, mi abuelo murió. Todos estábamos dolidos.  Lloramos.  Incluso mi padre lloró. Recuerdo esto sobre todo porque fue la  segunda vez que lo vi llorar.  
Mi madre me miraba cuando fue el  momento de dar  el adiós  final al abuelo. Entonces me preguntó,   "No sabes todavía cuál es la parte más importante del cuerpo, hijo?".
Me  asusté cuando me preguntó justo en ese momento. Yo siempre había creído que ese  era un juego  entre ella y yo. Pero ella vio la confusión  en mi cara  y me dijo,
"Esta pregunta es muy importante. Para cada respuesta que me  diste en el pasado, te dije que estabas equivocado y te he dicho por qué.. Pero  hoy es el día en que necesitas saberlo."
Ella me miraba como sólo una  madre puede hacerlo. Vi sus ojos llenos de lágrimas, y la abracé. Fue entonces  cuando apoyada en mí, me dijo:
"Hijo, la parte del cuerpo más importante  es tu hombro". Le pregunté, "
¿Es porque sostiene mi cabeza?", y ella  respondió:
"No, es porque puede sostener la cabeza de un ser amado o de  un amigo cuando llora. Todos Necesitamos un hombro para llorar algún día en la  vida,  hijo mío. Yo sólo espero que tengas amor y amigos, y así siempre  tendrás un hombro donde llorar cuando lo necesites, como yo ahora necesito el  tuyo."