domingo, 24 de abril de 2022

CARTA DE UN HIJO/A TENISTA A SUS PADRES

CARTA DE UN HIJO/A TENISTA A SUS PADRES

https://www.asics.com - Por Enrique Guldberg - Tennis Coach & Academy Founder

Esta no es una carta real, aunque si es una recopilación de sentimientos y comentarios reales expresados por jugadores en sesiones de terapia. El tenis es un deporte extraordinario más allá de rankings, títulos y fama. El placer de pegarle a la pelota es el mismo para mí, que para Federer o Nadal. Esta carta es una invitación a preservar el espíritu del tenis, la esencia, que no es otra que intentar que cada día ser mejor que el anterior.

Queridos padres:

Yo no sé lo que significa ser padre o madre, aún no me ha llegado ese momento. Entiendo y también siento que buscaron y buscan lo mejor para mí. Aunque a veces en esa búsqueda, se olvidaron de preguntarme lo que pienso, siento y necesito.

Todo empezó cuando me regalaron la primera raqueta… …cuando correr y pegarle a la pelota era un juego y un desafío estimulante. 

En ese momento, lo único que ocupaba mi cabeza era la idea de golpear la pelota al otro lado de la red de cualquier manera. Todo era simple, el placer estaba en el hecho de jugar, de sentir el impacto de la pelota en mi raqueta y enviarla al otro lado cada vez mejor.

Les pedí ir a la escuela de tenis del club, me encantaba jugar con mis amigos. Pasado un tiempo les rogué ir más veces, quería más porque disfrutaba y aprendía mucho. Cuando estaba en la cancha de tenis, sentía que era el único lugar donde quería estar.

Poco a poco lo fui haciendo mejor, y sentía cómo mi juego hacía que Uds. se sintieran orgullosos de mí. Me sentía feliz por hacerlos felices. ¿Qué más puede pedir un niño que el amor y el reconocimiento de sus padres? Mientras mejor lo hacía, más reconocido me sentía, mejores raquetas, mejor ropa y más cariño.

Llegó el momento en que jugué mi primer torneo. Recuerdo mi primer partido, tenía una mezcla de miedo, excitación, motivación y curiosidad. Todo era nuevo, pero Uds. estaban allí, ¿qué podía pasar? Cuando empezó el partido, lo primero que hice fue mirarlos, buscar en vuestra mirada el cariño, el soporte y por supuesto, vuestra felicidad. Me quedé preocupado viendo que vuestros rostros no expresaban lo de siempre, no estaban felices, estaban nerviosos.

No me preocupé en ese momento, sabía que yo tenía el poder de hacerlos felices si jugaba. Hasta ahora, mi juego, mi diversión, mi pasión siempre los había hecho sonreír.

Empezó el partido, no fue fácil, no por el juego, si no por Uds. Yo no comprendía nada. Por un lado, tenía que jugar contra mi oponente y por otro lado sentía que había perdido el poder de hacerlos felices. Yo disfrutaba mi partido, y no entendía que Uds. no lo hiciesen. Incluso escuché que me gritaron que me moviera y me dije… "no puede ser, nunca antes me habían dicho nada, debo de haberme confundido, pensé"

Finalmente gané mi primer partido, yo estaba feliz, a la vez que, con alivio, pude ver que había recuperado mis poderes: ¡Mis padres estaban felices por mi felicidad! pensé, aunque igualmente, sentí que algo había cambiado, aunque no estaba seguro.

De regreso a casa y después de felicitarme, empezaron a decirme cosas que debería haber hecho de una u otra forma. Fue una extraña sensación porque nunca, hasta ese momento, Uds. habían opinado sobre como yo debería jugar mis juegos. Ni al tenis ni a la Play-Station. Fue extraño, muy extraño, pero como estaba feliz, ¡había ganado mi primer partido! no hice caso.

Al día siguiente fuimos al segundo partido, no sé por qué, pero me pidieron que entrara en calor, que saltara la cuerda, que me concentrara y que recuerde todo lo que habíamos hablado ayer en el coche de regreso a casa. Ahora no había dudas, algo era distinto.

Mi rival de ese día era mejor que yo, a mí no me importó, yo quería ganar por supuesto, pero lo más importante, quería jugar. Mientras el partido iba avanzando, vuestros rostros reflejaban tensión. Yo invocaba a mis poderes mágicos y, aunque iba perdiendo y yo disfrutaba… ese día, mi magia no funcionó. 

A cada punto perdido, vuestros rostros se volvían más serios, empezaron a hacer gestos, a decir cosas: que me moviera, que le pegara cruzado, alto… de pronto mi cabeza era un remolino de emociones e información. No sé qué me pasó en ese momento, pero no pude… no pude.

No entendía que se metieran en mi juego cuando yo nunca me había metido en vuestros partidos de ajedrez. Me sentí invadido. Perdí el partido, y perdí mis poderes. Salí de la pista y Uds. no estaban felices, estaban desilusionados… fue el terrible momento que entendí que si yo ganaba los hacia felices y si perdía… infelices.

Los torneos fueron pasando y siempre pasaba lo mismo. Cuando ganaba me sentía premiado y cuando perdía, juzgado. Entendí que perder no era una opción, si quería vuestro reconocimiento, debía ganar… como fuera.

Escuché una conversación entre USTEDES acerca de sacarme de la escuela y de enviarme con un entrenador. Fue el momento que decidieron tomar el control de "mi" deporte.

Fui por primera vez a lo que ellos llamaron "sesión de entrenamiento". El entrenador jugó conmigo. No puedo explicar lo motivado que estaba, un jugador de tenis real estaba jugando conmigo. Luego me enteré de que ese entrenador había sido jugador profesional, si eso no era el cielo, ¿el cielo donde estaba? 

Terminamos de jugar y Uds., el entrenador y yo nos sentamos en una mesa del bar. Uds. preguntaron expectantes, como si fuera algo muy serio: ¿Qué opinas? A lo que respondió lo que nunca en mi vida hubiese esperado que respondiera: "Tiene condiciones".

Mi mente voló muy rápido y me vio levantando la copa de Roland Garros ganándole a Nadal en el 5º set. Empecé a entrenar, era curioso, la acción era la misma, se trataba de jugar al tenis, pero el punto de vista era distinto, pasó de ser "jugar al tenis" a entrenar. 

Pero me daba igual, la ilusión era muy grande, tenía muchas ganas de entrenar y de jugar. Escuchaba todas las indicaciones, las intentaba seguir al pie de la letra, y repetíamos y repetíamos... y repetíamos.

Empecé a mejorar mucho, cada vez sentía más que los golpes y la raqueta eran parte mía y que la pelota cada vez me hacía más caso. En mi categoría era de los mejores. Ganaba muchos más partidos de los que perdía.

Me di cuenta de que esto no era barato: el entrenador, los viajes, torneos, cordajes. Me di cuenta de que ustedes trabajaban más para poder pagar mi "juego" y eso me hacía sentir mal. 

Los veía de pie detrás de la valla, mientras entrenaba, yo hacía mi mejor esfuerzo, pero luego, siempre había el comentario acerca de lo que podría hacer mejor y de todo el esfuerzo que ustedes hacían para que yo jugara tenis. 

Ustedes estaban cada vez más preocupados y si no trabajaban, estaban mirándome, y si no me miraban, estaban trabajando. Lo único que yo entendía era que había que ganar. Mi sueño de ser tenista se había transformado en vuestro sueño y que yo ganara, en la forma de compensar vuestro esfuerzo.

Cambio de año, cambio de categoría y primer torneo. Pierdo muy fácil en el primer partido contra un jugador que medía 40 cm más que yo. Mis mejores golpes no eran suficiente contra semejante gigante. No hubo chances. 

Desde mi perspectiva yo lo entendí así, pero desde la vuestra se entendió de otra forma: ¡algo falla! Tú me preguntas ¿sabes dónde entrena este gigante?

Los torneos fueron pasando y mis resultados no eran buenos, ganaba uno o como máximo 2 partidos. Llegábamos a casa y te ponías a ver videos de jugadores, tutoriales, redes sociales especializadas en tenis, revistas y artículos de tenis. En las comidas solo se hablaba de tenis y de lo que tendría que hacer para mejorar… Todo giraba en torno al tenis.

Te veo y escucho hablar con mi entrenador de algo que habías visto en internet y que estaba seguro de que me servirá para mejorar mi revés. Este tipo de conversación se empezaron a repetir cada vez más a menudo y yo me preguntaba: ¿Por qué nunca has ido a hablar con mi profesor de matemática para explicarle como tiene que enseñarme? Pero no me vi con el derecho a ese comentario, a estas alturas, lo mío era callar y aguantar.

Aquel torneo era importante, junto con mi entrenador, lo preparamos bien. Trabajamos mucho en los aspectos tácticos y en tener las expectativas controladas, entendiendo que era mi primer año de la categoría. 

Por un lado, estaba lo trabajado con mi entrenador, y por el otro, lo que tú me decías que habías leído. Las dos cosas no eran ni parecidas y mi cabeza estaba dividida. Cada vez que venía la pelota al revés eran dos voces que me hablaban.

Empezó el partido, en frente tenía un rival duro, en mi cabeza las dos voces, la de mi entrenador y la tuya. Con tantas cosas, la pelota poco a poco me dejó de hacer caso. 

Ya no iba ni donde ni como yo quería, me limitaba a pegarle como podía. La tensión y la confusión me invadieron, a cada error, sentía una emoción creciendo dentro de mi, no aguanté más, ¡CRASH!!!!!, quebré la raqueta contra el suelo; rabia, frustración, impotencia… era lo que sentía…

Mi mente se silenció por un momento, luego, luego me sentí vacío. Los miro y los veo asustados. Pierdo el partido, salgo de la pista y tiro todo. Ustedes se asustan aún más. Entonces pasó lo increíble, esa fue la primera vez en mucho tiempo que cuando perdía no me decían nada. 

Entonces entendí: Si me enfadaba, me dejaban en paz.

Los resultados no mejoraban, la capacidad de mi entrenador estaba cada vez más en duda. Cada vez que perdía, observaba que discutes con mi entrenador y luego, y a escondidas, hablas con otro entrenador. Lo que más me hace daño es que no me preguntas lo que pienso.

Entonces, y sin consultarme, deciden cambiar de entrenador. Sin considerar que muchas veces la relación entre un jugador y su entrenador es muy cercana, en muchos aspectos, confiaba más en mi entrenador que en Ustedes, lo siento, pero fue así. 

Sin consultarme, me quitaron a una persona que era muy importante para mí y a la que admiraba mucho. Él no era responsable de mis resultados. Tal vez eran los resultados que debía tener, aunque el mayor problema estaba en mi mente, en las expectativas propias, pero fundamentalmente en las vuestras y en las voces autoritarias de Ustedes, mis padres, que prácticamente desautorizaban a las de mi entrenador. Jugar tenis ya no era fácil para mí.

Comienza la nueva etapa, nuevo entrenador, nuevos ejercicios. Debo reconocer que mi rendimiento mejora, aunque luego de 3 meses ya mi cabeza escuchaba 4 o tal vez 100 voces. Vuelta a cambiar de entrenador, y eso se convirtió en un ciclo que se repetiría muchas veces, 3 o 4 partidos perdidos y cambio de entrenador.

Los entrenadores rápidamente entendieron de que, para mantener el trabajo, había que decir lo que Uds., mis padres, querían escuchar, pero eso, no era lo que yo necesitaba.

Match point en contra, mientras me preparaba para recibir, empecé a escribirles mentalmente esta carta. Me di cuenta de que acababa de decidir que este será mi último punto. Solo dejé pasar la pelota. Lo dejo, dejo el tenis. Cuando me doy cuenta de mi decisión me di cuenta de que lejos de estar triste, estaba feliz y aliviado.

Al escribir esto, tengo 18 años, odio el tenis y lo que representa. No soy consciente de cuál fue el momento que mi juego y mi pasatiempo favorito, se convirtió en un castigo. Solo sé que "Todo empezó cuando me regalaron la primera raqueta y que terminó, cuando mi juego se convirtió en Vuestra obsesión"

"La duda es una semilla que, al sembrarla, crece rápido y fuerte".

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