lunes, 14 de noviembre de 2011

Chiste Judio


Punta del Este. Playa Brava. Parada 3. Temporada de verano. Una gran ola, cubre parte de la playa y se lleva a un chico que estaba allí, jugando con su palita. Su padre Samuel, desesperado, deja de jugar Burako y corre hacia la orilla, mira al cielo y se dirige directamente a Dios:


- "Dios mio... soy yo, Samuel, no podes hacerme esto a mí... no podés llevarte al nene... yo siempre he sido un buen judío, observante, ayuno, cumplo todo lo que dice la religión, al pie de la letra, no podes hacerme ésto Dios... 
te pido por favor !... voy a Hebraica y a Macabi, colaboro con la comunidad... por favor !... devuélveme a mi hijo... tráelo de nuevo junto a mi..."


En ese momento, un rayo rompe el cielo de Punta del Este, un estruendo silencia a los veraneantes... sin duda, es una señal de Dios para Samuel... una nueva ola llega desde el mar... y regresa al niño a la orilla...


Samuel es testigo del milagro, su amado hijo ha vuelto...


Entonces, con lágrimas en los ojos, vuelve a mirar al cielo y a comunicarse con el Supremo:
 
 

 ... ¿y la palita? 

Las 3 "P" del hombre segun la edad



Las 3 "P" del hombre joven:
PENE - PENETRA - PERFECTO

Las 3 "P" del hombre maduro:
PENE - PENETRA - POQUITO

Las 3 "P" del hombre mayor:
PIJAMA - PANTUFLAS - PEDITO

martes, 8 de noviembre de 2011

Chiste: El sacerdote y el taxista


Había dos paisanos  que tenían el mismo nombre: 'Joaquín González' , pero
uno era 'sacerdote' y  el otro era 'taxista'.
Quiso el  destino que los dos murieran el mismo día. Entonces, llegan al
cielo, donde  les espera San Pedro.

-¿Tu nombre? - pregunta San Pedro al  primero.
- Joaquín González.
- ¿El  sacerdote?
- No, no; el taxista.
San Pedro consulta su  planilla y dice: - Bueno, te has ganado el Paraíso.
Te  corresponden estas túnicas de seda con hilos de oro y esta vara de oro
con  incrustaciones de rubíes. Puedes pasar. - Gracias, gracias...  - dice
el taxista.

Pasan dos personas más y luego le toca el turno al otro  Joaquín, quien
había presenciado la entrada de su paisano. -  ¿Tu nombre?
- Joaquín González.
- ¿El  sacerdote?
- Sí.
- Muy bien, hijo mío.  Te has ganado el Paraíso. Te  corresponde esta bata
de polyester y esta vara de plástico.


El sacerdote dice:
- Perdón, no es por presumir, pero... debe haber un  error. ¡Yo soy Joaquín
González, el  sacerdote!- Sí, hijo mío, te has ganado el Paraíso, te
corresponde la bata  de...- ¡No, no puede ser! Yo conozco al otro señor, era un
taxista, vivía en  mi pueblo, ¡era un desastre como taxista! Se subía a las
aceras, chocaba todos los  días, una vez se estrelló contra una casa, conducía
muy mal, tiraba los  postes de alumbrado, se llevaba todo por delante. Y yo
me pasé cincuenta años de mi  vida predicando todos los domingos en la
parroquia. ¿Cómo puede ser que a él le toque una túnica con hilos  de oro y vara
de platino y a mí esto? ¡Debe haber un error!- No, no es ningún error- dice
San  Pedro.Lo que pasa es que aquí en el cielo ha llegado la globalización
con  sus nuevos enfoques administrativos. Nosotros ya no hacemos las
evaluaciones  como antes.- ¿Cómo? No entiendo...

- Claro, ahora nos manejamos por 'Objetivos y  Resultados' . Mira, te voy a
explicar tu caso y lo entenderás  enseguida:
Durante los últimos cincuenta años, cada vez que tú  predicabas, la gente
se dormía; pero cada vez que el taxista conducía, la  gente rezaba y se
acordaba de Dios. Entonces, ¿quién vendía más nuestros servicios?  Nos interesan
los resultados, hijo  mío.  ¡¡RE-SUL-TA-DOS!!!