lunes, 5 de septiembre de 2011

Chiste: La ninfomana en el avion


  Un hombre se sube a un avión en el aeropuerto de Ciudad de México, con  destino a Nueva York, y al sentarse descubre a una mujer guapísima que 
va entrando al avión. 
  
Se da cuenta que se dirige hacia su asiento y ...  ¡¡lotería!!,  se acomoda en 
el lugar de al lado.    
¡¡Hola!! - pregunta: ¿Viaje de negocios o de vacaciones ? 
- Ella lo mira y le responde de manera encantadora: - De trabajo, voy a la  Convención Anual de Ninfómanas en los Estados Unidos.    
- Traga saliva...... aquí está una de las mujeres más hermosas que ha visto 
en su vida, sentada a su lado y va  a ... ¡¡ Una convención de ninfómanas !!    
Luchando por mantener una actitud correcta, le pregunta calmadamente: 
- ¿ Y qué hace usted exactamente en esta Convención ?  - Conferencista. .    le responde ...    hablo desde mi experiencia, para  desmitificar muchos mitos sobre la sexualidad.    
-¿ De veras ? - sonríe - ¿ Y qué mitos son estos ? 
  
- Bueno, ella le explica.. Uno muy popular es que los 
NEGROS son los  hombres mejor dotados físicamente, cuando en realidad son los INDIOS  o INDIGENAS los que poseen esta cualidad.    
- Otro mito muy popular es que los 
FRANCESES son los mejores amantes,  cuando en realidad son los  GRIEGOS. Y también hemos  comprobado que los mejores amantes en potencia, en todas las categorías  son los ESPAÑOLES.    
De pronto la mujer se incomoda y se sonroja ... Perdón ...   le dice .. en 
realidad no debería estar hablando de todo esto con usted .... ¡¡ Cuando ni  siquiera sé su nombre !!    
- ¡¡ 
PLUMA BLANCA !! le responde .. ¡¡ PLUMA BLANCA PAPADÓPULOS  PÉREZ !!    ... pero mis amigos me dicen ..... ¡¡ MANOLO !

Chiste: No subestimes a la Abuela

Un hombre se muda a una colonia nudista.
Recibe una carta de su abuela pidiendole que le envie una fotografia suya en su nuevo entorno.
Demasiado avergonzado de que ella se entere de que vive en una colonia nudista, toma una fotografia suya, la corta por la mitad y se la envia.
Al dia siguiente se da cuenta de que accidentalmente envio la parte inferior de la fotografia.
Esta verdaderamente preocupado pero entonces se acuerda de que su abuela no ve bien y espera que no se de cuenta.

Semanas mas tarde recibe una carta de la abuela que dice:
"Gracias por la foto. Cambiate el peinado…hace que tu nariz se vea muy pequena"

Carinos,
Abuela

Para pensar: La onda verde

En la fila del supermercado, el cajero le dijo a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de compras ya que las bolsas de plástico no eran buenas para el medio ambiente.
La señora pidió disculpas y explicó: "Es que no había esta onda verde en mis tiempos."

El empleado le contestó: "Ese es nuestro problema ahora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medio ambiente." 

Tenía razon -- nuestra generación no tenía esa onda verde en esos tiempos.


En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosas y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían usas las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.


Pero no teníamos onda verde en nuestros tiempos.


Subíamos a pie, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio y oficina. Caminábamos al almacén en lugar de montar en nuestro vehículo de 300 caballos de fuerza cada vez que necesitábamos recorrer 200 m.

Pero tenía razón. No teníamos la onda verde en nuestros días.


Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables.

Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas consumidoras de energía sacudiéndose a 220 voltios -- la energía solar y eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos. Pero esa señora está en lo cierto: no teníamos una onda verde en nuestros días.

En ese entonces teníamos una televisión, o radio, en la casa -- no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo (os acordáis?), no una pantallota del tamaño de un estadio.

En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hicieran todo por nosotros.
Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no plastoformos o bolitas plásticas.
En esos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el cesped. Usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad.

Pero ella está en lo cierto: no había en esos tiempos una onda verde.

Bebíamos de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas plásticos cada vez que teníamos que tomar agua.
Recargábamos las plumas con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las hojillas de afeitar en vez de echar a la basura toda la maquinilla sólo porque la hoja perdió su filo.

Pero no teníamos una onda verde por entonces.

En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o un autobus y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andaban, en lugar de usar a la mamá como un servicio de taxi de 24 horas.

Teníamos un enchufe en cada habitación, no un banco de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales de satélites a kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima. 

Así que ¿no les parece lamentable que la actual generación esté lamentándose cuán botarates éramos los viejos por no tener esta onda verde en nuestros tiempos?